9.12.08

La partida

Si te soy sincera, aunque tú lo llames cinismo, lo que más me molesta es no haberme dado cuenta de tu partida. Haber avisado,hombre, te hubiera pagado el viaje de vuelta.
Un juramento como el que hicimos, un juramento eterno, no tiene basamento cuando se comprueba que la eternidad en sí, no es más que el día a día. Y eso se convirtió en demasiado.
Ahora que te has ido, sientes la rabia del niño al que arrebatan su argumento, aquel que no se ciñe a la norma adulta. Por que cuando te fuiste yo ya no estaba. Me fui diluyendo en el desencanto de tus preguntas absurdas. Mi clerical silencio era mi ausencia. Entre tus brazos me sentía como una atea en misa.
No fuiste el primero en abandonar el barco, la primera fui yo, la que se llevó el salvavidas. La que no necesitó hombros, ni pañuelos, ni tilas.

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