2.3.09

Las llaves

Cuando sonó el timbre, la taza daba vueltas en el microondas y el estómago daba vueltas dentro de mí. No poder olvidar, no poder perdonar, no poder vivir.
Y allí estabas. Con tu jersey polar azul invadido por gotitas de agua, la cabeza agachada, la mirada escondida en los cordones de tus zapatillas negras, susurrando que habías olvidado la llaves.
Te dije que pasaras y por dentro le di las gracias a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles.

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