11.12.06

Nada va a cambiar


Como cada noche, en el espejo, mira sus arrugas. A cierta edad, toda mujer, repasa los surcos que por su cara deja el tiempo. Con delicadeza, se aplica las últimas promesas cosméticas que le recetó una profesional de la belleza. Belleza que ella no posee, por más que se engalane con vestidos de reputados diseñadores y se embadurne de Chanel nº 5 para salir de casa. Su árbol genealógico la privó de ese don y le otorgó el de la riqueza material. Puede elegir el escenario de su vida, pero no puede elegir a los personajes, a algunos sí, hay personas que tienen un precio. Otras no, son aquellas que no la soportan. A sus 58 años, Clara no tiene amigos, a su lado permanece fiel su marido. Fiel al vínculo que contrajeron hace más de 30 años, pero no fiel a su amor. Fabián no puede ser fiel a algo que nunca existió. Se casó por su dinero, por su clase y por la posición que a él le aseguraba ese matrimonio. Clara lo sabe, compró a Fabián porque nadie se enamoraba de ella y la soltería estaba acechando a su puerta. Esta noche, Clara es más desgraciada que las anteriores, mañana será más y así por el resto de sus días. Nada va a cambiar.

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