30.7.09

Bolerito, bolero

Ya son más de las tres.
El reloj ha dado la vuelta otra vez y yo sigo contigo.
Sé que me tengo que ir porque no es lugar, porque no es de recibo.
No, no digas ya nada más. Me haces sentir mal, si es que sentir peor se puede.
Tal vez mañana, tal vez. Ahora no puedo pensar, pensar con razón es algo que me duele.
Cuando vea la señal que dejaste en mi piel al mirarme al espejo, para ti sonreiré, para ti nada más, aunque ya estes muy lejos.

Nota: Intenté reflejar lo que sientes. Ponle nota si quieres.

28.7.09

Final de la historia de amor que mantuvieron las dos partes de un compás.

- Si te sigues acercando, perderé la posición.
- No importa.
- Claro que importa. Mi posición es mi finalidad.
- ¿Tu finalidad no soy yo?.
- Sí, también. Pero si caigo perderé el apoyo, la identidad.
- Caeremos juntos.
- Moriremos juntos.
- ¿Juntos para la eternidad?
- No, juntos hacia el abismo.

18.7.09

Hasta el final

Dando vueltas, girando bajo recuerdos que creía obsoletos. Me escapo de mi control. Desciendo, desciendo, otra vez se ha roto el eje central de este vuelo sin motor. La radio ha dejado de transmitir. Me falta el aire. No hay paz.
Lo peor es que no me da igual, esta vez no me da igual. Esta vez quería quedarme hasta el final.



17.7.09

Se me cayó el santo

Habíamos quedado para una cerveza. O esa era la excusa. Hacía días que tenía la mosca detrás de la oreja.
Nada más sentarte, comenzaste a darle vueltas a la caña, quitándole el agua helada que recorría las paredes externas del vaso. Buscándome los ojos, farfullabas palabras: Me ha preguntado por ti, que si ya nunca le llamas, que si no le coges el teléfono, que si no fuíste a su última exibición.
Mientras hablabas, apática ante el significado de tus mensajes, me dedicaba a observar como el sudor surfeaba por tu frente. Que calor hace estos días. Que cejas más feas tienes.
Esperé.
Esperé a que terminaras de hablar.
Esperé a que me preguntaras mi opinión.
Esperé tanto, tanto, que se me quitaron las ganas de darte la réplica. Ya ves, yo sin ganas de contestar.
Te hablé de mi casa, de lo mucho que está subiendo el precio del pescado, del cuidado que tengo que tener con el sol y mis pecas. Si que te hablé, no puedes ir diciendo por ahí que no te dije ni mú.
No, no te hablé de lo que tu querías. No te dije el porqué de mi pasotismo ante él y los suyos. Lo creo innecesario. Yo a ti, no te tengo que justificar nada. Nada.
Arrancando el coche para volver a casa, recordé esas palabras que de pequeña tantas veces me repitió mi madre: Hija, hay que ver como eres. Cuando se te cae el santo dejas de rezarle y de ponerle flores.
Lo sigo haciendo, la pena es que ni tú ni él os deis cuenta y continuéis pidiéndome explicaciones.

Estadísticas